La grava volcánica es un material tan antiguo como los propios volcanes y se ha consolidado como un componente tanto en la jardinería contemporánea como en la formulación de sustratos de cultivo.

Su singular estructura y propiedades fisicoquímicas, herencia directa de su violento origen, convierten a la grava volcánica o puzolana, en una herramienta versátil y eficaz tanto para el viverista profesional como para el jardinero, aficionado a la bricojardinería y al del mundo del bonsái.

Este árido de origen natural, extraído de las coladas de lava enfriada, no es un recién llegado al mundo de la agronomía. Civilizaciones antiguas ya intuían los beneficios de incorporar estos materiales porosos en sus prácticas agrícolas. Su uso, que se ha ido tecnificando con el tiempo, responde a la necesidad constante de optimizar el entorno de las raíces, el motor de la planta.

¿Grava volcánica o puzolana? Aclarando conceptos.

En el sector es habitual encontrar los términos grava volcánica y puzolana, utilizados casi como sinónimos. Si bien ambos materiales comparten un origen ígneo, es interesante matizar su relación.

La grava volcánica es un término genérico que describe fragmentos de roca de origen volcánico con una granulometría definida. Por su parte, la puzolana se refiere, en su origen, a un tipo específico de ceniza o toba volcánica de alta reactividad.

La puzolana.

El nombre puzolana procede de la localidad de Pozzuoli, en las faldas del Vesubio, Italia. Fueron los romanos quienes descubrieron que, al mezclar este material con cal, obtenían un hormigón de extraordinaria resistencia, capaz incluso de fraguar bajo el agua. Esta propiedad cementante es la que define a una puzolana en el ámbito de la construcción.

Sin embargo, en el mundo de la jardinería y los sustratos, cuando hablamos de puzolana, nos referimos generalmente a la grava volcánica ligera y porosa, valorada no por su reactividad, sino por sus cualidades estructurales.

Por tanto, para el fin que nos ocupa, podemos considerar ambos términos como equivalentes, refiriéndonos a ese árido poroso de colores rojizos, marrones o negros.

Las aplicaciones de la grava volcánica o puzolana.

La versatilidad de la grava volcánica permite su uso en diversos ámbitos, adaptándose a las necesidades específicas de cada sector.

La grava volcánica en la elaboración de sustratos.

En la elaboración de sustratos, utilizado como materia prima, la grava volcánica es un componente estrella para mejorar las propiedades físicas de las mezclas. Su inclusión en un sustrato a base de turba, fibra de coco u otros materiales orgánicos es determinante.

Aporta una porosidad de aireación estable y duradera, evitando la compactación del sustrato con el tiempo y los riegos. Esto garantiza una oxigenación óptima del sistema radicular, previniendo enfermedades fúngicas como la asfixia radicular. Además, su capacidad de retención de agua en sus microporos internos la convierte en un regulador hídrico, liberando la humedad de forma paulatina.

Para los fabricantes de sustratos, incorporar grava volcánica en sus formulaciones para plantas de exterior, cactáceas, o cultivos de largo ciclo en contenedor es una garantía de calidad, ofreciendo un producto final que mantendrá sus propiedades estructurales durante más tiempo.

La grava volcánica en el mundo del bonsái.

En el especializado mundo del bonsái, los aficionados y maestros del bonsái valoran enormemente la grava volcánica. En este arte, el control sobre el sustrato es absoluto y vital.

La grava, a menudo mezclada con akadama y kiryuzuna, forma la base de un medio de cultivo que debe drenar a la perfección, airear las raíces y, al mismo tiempo, retener la humedad y los nutrientes necesarios.

Su estructura inerte y estable evita la degradación que sufren los componentes orgánicos, un factor clave en cultivos que permanecen años en la misma maceta.

La grava volcánica en la jardinería y paisajismo.

En la jardinería y el paisajismo, utilizada como árido, sus funciones son dobles. Por un lado, se emplea como capa de drenaje en el fondo de macetas, jardineras y hoyos de plantación. Esta práctica, fundamental para evitar el encharcamiento, asegura que el exceso de agua evacúe rápidamente, protegiendo las raíces.

Por otro lado, su valor decorativo es innegable. Utilizada como cobertura o «mulch» mineral, la grava volcánica aporta una estética natural y atractiva en parterres, rocallas o alcorques.

Esta capa superficial no solo embellece, sino que también ayuda a reducir la evaporación del agua del suelo, limita la aparición de malas hierbas y protege las raíces de los cambios bruscos de temperatura.

La puzolana en la construcción, acuarios y estanques.

Más allá del jardín, la puzolana sigue siendo un material apreciado en la construcción para la fabricación de hormigones ligeros y aislantes.

También se utiliza en sistemas de filtración biológica para acuarios y estanques, gracias a su gran superficie porosa que facilita el asentamiento de colonias bacterianas beneficiosas.

Grava volcánica o puzolana

Calidad y funcionalidad de la grava volcánica en el cultivo.

Cuando se utiliza como componente de un sustrato, la grava volcánica debe poseer ciertas cualidades. Una buena porosidad, tanto interna (microporos) como externa (espacio entre partículas), es esencial y además, debe ser un material ligero pero con el peso suficiente para dar anclaje a la planta.

También es importante que sea químicamente inerte, con un pH neutro o cercano a la neutralidad, para no interferir en la nutrición del cultivo. Su durabilidad, al ser una roca, es máxima, no degradándose ni perdiendo volumen con el paso del tiempo.

En el caso de usarse como sustrato puro, su aplicación más destacada es en cultivos hidropónicos. En sistemas de sustrato sólido, la grava volcánica ofrece un soporte inerte y estable para las raíces, permitiendo que la solución nutritiva fluya y drene con facilidad. Su capacidad para ser lavada, desinfectada y reutilizada la convierte en una opción económica y sostenible para los cultivadores de plantas en hidroponía.

Venta de grava volcánica o puzolana.

Para los responsables de puntos de venta, desde centros de jardinería a grandes superficies, conocer estas aplicaciones es determinante.

Poder asesorar a un cliente que busca mejorar el drenaje de sus platas, preparar un sustrato para cactáceas y plantas crasas, así como montar un pequeño huerto urbano en contenedores, recomendando el uso de grava volcánica, aporta un valor añadido y demuestra un conocimiento profesional del producto.

Del mismo modo, para un viverista, entender cómo las diferentes granulometrías pueden afectar a la aireación de un sustrato para cultivos en contenedor, puede suponer una mejora tangible en la calidad de su producción.

La venta de grava volcánica o puzolana va asociada a su uso. Para los aficionados a la bricojardinería o el bricohuerto, los envases son pequeños, desde 2,5 litros a 20, llegando a ser en ocasiones mayores, como por ejemplo 80 litros.

Para su uso en jardinería o fabricantes de sustratos, los tamaños van vinculados a los grandes volúmenes. En estos casos, los big-bag o a granel en camiones volquetes son los habituales.

Por cierto, la grava volcánica también es un tecnosuelo de origen natural que, gracias a su estructura única, se utiliza como un componente estratégico en cubiertas ajardinadas o vegetadas.