El sustrato y su manejo condicionan el éxito de un cultivo. Dicho de otra manera, no solo la calidad o formulación del sustrato determina su rendimiento, sino también el manejo que el usuario le dé durante el proceso de cultivo.
Así, un sustrato puede ser excelente en términos de sus propiedades físicas y químicas, pero si no se maneja adecuadamente en términos de riego o fertilización, por ejemplo, puede no cumplir su función adecuadamente y hasta afectar negativamente al buen desarrollo de las plantas cultivadas en él.
Factores clave en el manejo de un sustrato.
Entre los factores clave en los que el manejo del usuario influye en la calidad de un sustrato se encuentran el riego, la fertilización, su pH, el control fitosanitario, e incluso la elección de la maceta o jardinera. A continuación ahondamos en estos factores.
El riego y el sustrato.
Incluso un sustrato de alta calidad puede dar problemas si no se gestiona el riego de forma adecuada. Este aspecto es fundamental en el caso de los cultivos sin suelo, hasta el extremo que el riego o fertirrigación, lo condicionan totalmente para su éxito o fracaso.
Los excesos de agua provocarán encharcamiento y asfixia radicular, incluso en sustratos con buen drenaje. Por el contrario, riegos insuficientes pueden deshidratar las raíces, en especial en sustratos con poca retención de agua. La frecuencia y cantidad aplicada son clave porque, además, estarán condicionadas por otros factores como la luminosidad y temperatura de donde se encuentre el cultivo.
La fertilización del sustrato.
Los sustratos no siempre están enriquecidos con nutrientes, y algunos, solo tienen una provisión inicial de fertilizante, llamado abonado de fondo.
Si el cultivador no aplica fertilizantes de forma controlada y adecuada, la planta puede presentar carencias. También, si se excede, la planta mostrará síntomas de fitotoxicidad.
El exceso de sales, cuando la calidad del agua de riego es mala, afecta al comportamiento del sustrato, obligando en ocasiones a realizar riegos abundantes y periódicos para su lavado.
La compactación y renovación del sustrato.
En cultivos en macetas y contenedores de larga duración, es común que los sustratos se compacten y se cargue de sales, afectando la aireación, la composición y equilibrio de nutrientes y en consecuencia, el desarrollo radicular.
Un buen manejo implica renovar mediante el trasplante a otra maceta mayor, o esponjar el sustrato cuando es necesario, evitando la compresión que limita la oxigenación de las raíces.
El ajuste del pH de los sustratos.
Aunque los sustratos comercializados están, salvo excepciones, formulados con un pH inicial adecuado para según a qué grupos de plantas van dirigidos, estos pueden acidificarse o alcalinizarse con el tiempo según el tipo de agua utilizada y los fertilizantes agrícolas aplicados.
Por ello, si una vez utilizados, no se monitorea el pH periódicamente, puede que sufra variaciones y estas alterar la disponibilidad de nutrientes y afectar el desarrollo de la planta.
En caso de producirse, dar un riego muy copioso para provocar un lavado del sustrato, acidificar o alcalinizar el agua de riego, puede ser la solución para mantenerlo en el rango apropiado para la planta en cuestión.
El control fitosanitario de un sustrato.
Si bien, un sustrato puede comenzar libre de patógenos, en un manejo inadecuado de ambiente o riego, por ejemplo, puede introducir problemas fitosanitarios.
La limpieza de las herramientas, la esterilización y el manejo adecuado del sustrato y las plantas, son esenciales para mantener un cultivo en buenas condiciones.
La elección de la maceta o jardinera para el sustrato.
El diseño de una maceta, contenedor o jardinera, según su altura, si es más o menos cónica, su drenaje, capacidad de opacidad a la luz, etc. puede incidir en el comportamiento de las raíces en el sustrato.
Por ejemplo, la humedad, por cuestiones simples como es la gravedad, puede distribuirse de forma no deseada. Otro ejemplo, si las paredes de la maceta se transparentan, las raíces de la poinsettia (Euphorbia pulcherrima) o Dieffenbachia spp., se ciegan o alteran su desarrollo natural. Para estos casos, por ejemplo, si se utilizan macetas termoconformadas, pueden ser de cualquier color, pero teniendo la precaución de que en su interior posea una capa negra opaca.
Como podemos apreciar, el éxito de un sustrato depende tanto de sus características intrínsecas (ya sean físicas o químicas), como del manejo cuidadoso que se le proporcione durante el cultivo.
Dicho de otra manera: un sustrato que podría ser considerado el mejor para una planta en condiciones ideales, podría fallar si no se le da el manejo adecuado, por lo que el conocimiento de quien lo utiliza y las prácticas de cuidado son tan importantes como la elección del sustrato en sí.